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Tiempos Interesantes

El 22 de Julio de 2011 me crucé con la contratapa de Página 12 que tenía una nota titulada El viento de la Historia, escrita por Juan Forn. La nota empezaba así:


El niño Eric Hobsbawm pasea por con su niñera por las calles de Alejandría en el año 1918. Un pordiosero chino le pide una moneda. La niñera se la niega. El chino ignora a la niñera, mira fijamente a la criatura y le dedica una exquisita maldición de su país milenario: “Ojalá te toquen vivir tiempos interesantes”. Ochenta y cinco años después, cuando es un venerable historiador y se sienta a escribir sus memorias, sabe que ya tiene el título: Tiempos Interesantes.

(…)

… sus anomalías: ser judío pobre en la República de Weimar y en la Alemania de Hitler, inmigrante indeseado en la Inglaterra en guerra con el Reich, marxista durante toda la Guerra Fría, antisoviético y antichino dentro del PC, antiespecialista en un mundo de especialistas, políglota en un mundo cada vez más anglófono, intelectual desvelado por los no intelectuales, anomalía dentro de anomalía.


Por alguna razón esa nota me marcó. Pasé varios años buscando el libro, hasta que finalmente lo encontré. Pero lo que me trae a escribir hoy no es el libro, sino la anécdota que escribió el periodista al iniciar su nota.


Es sabido que cuando uno cumple años, hay torta, velitas y deseos. El 22 de agosto de 2016 llegó mi último cumpleaños en el hermoso departamento de Mitre, del que hablé en mi post Tiempos de Cambio. En 9 días teníamos que terminar de vaciarlo. La decisión ya estaba tomada. Ya había dejado mi trabajo en la oficina unos días antes, un viaje por Europa de dos meses y medio estaba por llegar a fines de septiembre y un mundo de posibilidades, sin certezas más que el optimismo y las ganas de disfrutar la vida.


Sentados en el piso con mi familia, alrededor de una mesa ratona, llegó el momento de la torta. Dicen que no hay que decir en voz alta los deseos porque no se cumplen, pero mi deseo ya se cumplió, y por eso lo quiero compartir. Al momento de soplar las velitas no se me ocurría qué pedir, y en ese momento vino el niño Eric Hobsbawm a mi memoria. Fue entonces que ante las infinitas oportunidades que se me estaban presentando decidí desear Interesting Times (Tiempos Interesantes). Por supuesto no quería vivir las situaciones extremas que vivió el Señor Hobsbawm, pero sí quería un año de cambios que pusieran a prueba mi flexibilidad.


Así empezó mi nuevo año. Primero con un viaje familiar de una semana a Brasil, una semana a Entre Ríos, las dos semanas siguientes tuve que preparar todo para dejar el departamento a fin de mes, y tres semanas más tarde nos fuimos de viaje dos meses y medio por España e Italia, recorriendo unos 26 pueblos y ciudades. ¿Rutinas? Hmmm… sólo el momento de decidir cuál era el próximo destino, google maps en mano y cálculo de fechas.


Cuando volvimos a Buenos Aires nos fuimos 20 días de enero a vivir a la casa de un amigo de Agus, que se iba de vacaciones, a cambio del alojamiento prometimos darle de comer a la gata y regar las plantas. Los siguientes 10 días de enero hicimos lo mismo en la casa de una pareja amiga. Volvimos 10 días la casa de nuestros viejos, alternando la casa para dormir, y después fuimos una semana al departamento de otros amigos en Febrero. Estuvimos un mes de nuevo en casa, y nos fuimos tres semanas a la casa de mi gran amigo de la vida que tenía 2 gatos por cuidar y finalmente un mes más en la casa de mis viejos.


Entre mudanza y mudanza, mi trabajo estaba enfocado en actualizar mi página web, darle vida a mi página de Facebook, ayudar a Agus con su proyecto de editar el libro Cumbre Interior, y trabajar de fotógrafa.


Finalmente llegó el momento de mudarnos a El Calafate. En Junio armé mi bolso y me vine al sur, bien al sur (el sur del sur, como se refirieron hace poco). Me esperaba un trabajo en un hotel, y una habitación donde vivir hasta acomodarnos. Como todavía no había terminado el año de Interesting times, ¿por qué iban a disminuir los cambios? Estuvimos un mes en el hotel, y nos fuimos un mes a cuidar la casa de un amigo de Agus. Esta vez no mudamos todo, así que teníamos la mitad de nuestras cosas en la habitación del hotel, y la otra mitad en la casa. El 21 de agosto, un día antes de terminar el año del deseo, dejamos la casa, y nos mudamos finalmente a la cabaña en la que estamos viviendo ahora, y donde vamos a estar los próximos 3 meses. El tiempo qué “más quietos” estamos desde que dejamos el departamento de Mitre. Empecé mi nuevo año en una casa nueva, con una vista maravillosa.


Este último año definitivamente trajo tiempos interesantes. Vivimos una vida cuasi-nómade, y no me arrepiento en absoluto.


Dicen “Ten cuidado con lo que deseas, pues se puede cumplir”. Pero también está en uno ser lo suficientemente abierto a las oportunidades que se presentan para que se cumpla. Cada logro es la suma de decisiones, dar el siguiente paso o no darlo depende de nosotros mismos.


Les comparto algunas fotos que saqué en la puerta de mi nuevo hogar, al que llegamos después de un año nomadeando.


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