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Castrojeriz, nuestra primera experiencia como Peregrinos


Equipo de Peregrinos: Listos para empezar.

Antes de empezar a recorrer nuestra parte del Camino de Santiago compramos las credenciales (que nos identificó como peregrinos durante todo el viaje) y la guía del camino con la información que necesitábamos sobre las etapas, los pueblos, distancias, alojamientos y almacenes. Dejamos la ciudad de Burgos hacia Castrojeriz, un pueblo de 600 habitantes. Si bien el camino empieza en Francia (St jean Pied de Port), Agus eligió un punto a mitad de camino para empezar, porque no nos alcanzaba el tiempo para hacerlo entero, aunque ya sabíamos que no lo íbamos a hacer todo caminando.


Al bajar del bus nos encontramos con Paco, encargado de un albergue para peregrinos que se sostiene a base de donaciones, quien hizo el camino de Santiago más de 10 veces. Después de una corta vuelta al pueblo terminamos yendo en el albergue de Paco. El custodio del lugar era un Sancho Panza de mi altura pintado enteramente de azul. Paco me contó que muchas veces era su única compañía.


Reglas Generales del Albergue:

  • 21.30hs todos a la cama

  • 22.30hs se apagan las luces

  • 7:00hs se prenden las luces

  • 7.15hs se sirve el desayuno

  • 8:00hs todos afuera

  • El alojamiento se presta sólo por una noche


La mayoría de los albergues municipales tienen más o menos las mismas reglas, pero esta era nuestra primera vez y no conocíamos las reglas, por eso nos sorprendió.


Paco no podía creer la cantidad de equipaje que habíamos llevado (si, si… unos novatos) pero insistía en que teníamos que retomar el camino la mañana siguiente. Cuando le dijimos que queríamos recorrer un poco el pueblo, nos miró atónito, negando con la cabeza y explicando que no había mucho para recorrer. Cuando le dijimos que habíamos visto un cartel señalizando el camino a las ruinas del Castillo del pueblo, irónicamente nos contestó “Es sólo una pared rota. Tienen que seguir el camino”.


Un dato importante que no habíamos averiguado es que no hay un micro desde Castrojeriz que siga el camino de Santiago. Evaluando opciones para avanzar con semejante equipaje, se me ocurrió decir en voz alta como opción “de última volvemos a Burgos y de ahí tomamos un bus al siguiente lugar”. La cara de Paco se transformó, no podía concebir la idea de retroceder cuando ya se había sellado la credencial. Nuestra decisión final fue quedarnos dos días más en el pueblo, enviar parte del equipaje a Santiago de Compostela (un servicio para los peregrinos permite dejarlo 15 días sin cargo en la sucursal de correo español, cobrando 1 euro por cada día adicional) y hacer el resto del trayecto a pie o en bus (cuando lo hubiere).


Dejamos nuestros bártulos y nos fuimos a caminar aunque no por mucho tiempo para cumplir los horarios del albergue. Cenamos en un restaurante que había a 20 metros, El Lagar, donde nos pedimos el menú del peregrino. En todos los pueblos y ciudades del camino se puede conseguir un menú del peregrino por 10 euros con entrada, plato principal, bebida y postre, teniendo tres opciones en cada plato. La comida estaba deliciosa, realmente deliciosa. Si en algún momento pasan por Castrojeriz, no pueden dejar de comer en El Lagar. Reconozco que tenía hambre, pero las verduritas y las albóndigas tenían ese toque especial de receta familiar pasada por generaciones. Cuando preguntamos cómo lo había cocinado, nos dio una simpática pero vaga respuesta “verduritas mezcladas y un poco de champignones”.


Con la panza llena y el corazón contento nos fuimos a dormir. El lugar estaba limpio y tenía unos cómodos colchones. Nos tapamos con las bolsas de dormir (aunque también había frazadas) y a las 7am nos despertamos cuando se prendieron las luces y empezó a sonar por el altoparlante música con cantos gregorianos. Cuando nos levantamos, Paco ya había preparado el café con leche, las galletitas y la manzana para nosotros, una pareja de alemanes y un español que estaba volviendo a pie desde Santiago de Compostela, después de haber hecho el recorrido entero desde St jean Pied de Port.


Durante el desayuno empezamos a hacer varias preguntas, para intentar entender un poco más el Camino, y la mayoría de las respuestas que obteníamos de Paco eran catastróficas, mientras que unos metros al costado el español nos miraba cerraba los ojos con cara de “no puedo creer lo que estoy escuchando” y negaba con la cabeza. Antes de irse nos contó que el camino es muy seguro, está muy bien señalizado y hay un permanente clima de solidaridad y respeto (durante nuestro recorrido comprobamos que Paco había exagerado un poco).


Ni bien terminamos de desayunar salimos de nuestro “techo por un día” con las mochilas al hombro y encontramos el Albergue Rosalía. Es relativamente nuevo (todavía no aparece en las guías) pero es súper cómodo y muy acogedor. Allí nos quedamos dos noches, compartiendo habitación y cenas con James (un rebelde de 60 años que hace años decidió recorrer el mundo) y Susan (una ex hippie que recorrió el mundo trabajando como profesora de inglés, hoy jubilada, que vive en Grecia en una isla que no le revela a nadie porque no le gustan las visitas). Al ser un albergue privado nos pudimos quedar las noches que quisimos.


Cuando recorrimos el pueblo, resultó ser hermoso. Les comparto algunas fotos.


Y vos... ¿Alguna vez peregrinaste? ¡Contame tu primera experiencia! :)


Disfruten y ¡Buen Camino!

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